Eso es lo que diría tu abuela si supiese que estas mirando esta página.
Vamos… es lo que pensaba la mía hasta hace no mucho. Y es normal, hace años los tatuajes eran para putas, yonkis o maleantes. Gente de vida alegre.
Se hacían en la cárcel, en casas o en cuartos tan mal iluminados como el sótano de una peli de miedo por la noche.
Pero ahora… Ahora el tatuaje es estatus. La gente famosa los luce con orgullo. Incluso se han integrado con la moda.
A ver, no estoy ciego. Soy consciente de que aún hay gente que piensa que es de gente chunga. Pero son tan pocos, que ahora lo «raro» es alguien sin tatuar.
Pero claro, este cambio ha creado otro problema.
¿Cuál?
Dímelo tú.
¿Cuántas webs has visto en la que dicen que son el mejor estudio de la ciudad?
No quiero ser yo el que te pincha el globo pero...
Nadie te dirá que es el peor. O si, el mundo está muy loco últimamente
¿TE IMAGINAS?
Ponte en situación.
Estás pasando el rato mirando el móvil en Instagram, TikTok o Myspace si aun sigues teniéndolo.
Te salta un anuncio y pone…
Hola, soy tatuador y solo sé hacer tatuajes feos. MUY FEOS Y MAL HECHOS. Tanto que empezarás a ver bonita la mancha de aceite que deja el coche de tu vecino en el suelo. Vamos… que te vas a arrepentir antes de salir por la puerta. Cicatrices y heridas aseguradas. ;))
¿IRÍAS?
No, obviamente
Las películas de miedo mejor en el cine, con un cubo de palomitas bien grande.
¿O no?
Bien, ahora que los dos estamos en el mismo punto, empecemos de nuevo.
Tienes una, dos o diez mil ideas en mente que no sabes como expresar. Un ‘bulle-bulle’ en tu cabeza que no para desde hace tiempo. Buscas. Buscas. Y buscas. Pero nada es exacto a lo que quieres.
A lo que sueñas.
Para complicar más la situación. Elegir el estilo que mejor se adapta a tu idea entre mil y una opciones diferentes.
Tatuaje blackwork, acuarela o watercolor (para los de colegio privado), tribal…… menudo lio. Al final va a ser más fácil trabajar en la NASA o encontrar un piso en el centro de Madrid bien de precio.
Debería ser todo más fácil, ¿no?
Vanessa estaba igual de perdida que tú.
Hasta que un día, nos sentamos tranquilamente, tomamos un té y me contó su idea. Desde ese momento todo cambió.
¿Quieres saber como?
Sigue leyendo con atención. Quizá hasta te diviertas.
Para empezar te voy a contar un secreto. Aquí entre tu y yo, ahora que nadie nos oye.
No soy una fotocopiadora y dibujando tengo mis límites.